domingo, 17 de febrero de 2013

El desliz

Yo creo que no ha sido tan grave.
O tal vez sí.
Ellos no lo sabían… y yo me dejé llevar; tampoco quise cuadrarme en mis treces, al fin y al cabo sólo era una comida de trabajo.
No sé si decírselo a Tony, los dos siempre hemos sido sinceros el uno con el otro, pero ¿cómo se lo explico? Él hubiera actuado de otra manera, tal vez no sea tan diplomático como yo, tal vez sea más directo, más mordiente, se compromete más con sus principios que yo, hasta ahora los dos habíamos estado igual de comprometidos.
Aquel día yo no pude, dejé mis principios a un lado y fui práctica, necesitaba llevar a buen puerto aquel contrato, tenía que fidelizar aquellos clientes. Cuando está en juego lo ‘material’ se tiene que mirar las cosas de forma objetiva.
Me parece que estoy divagando, la verdad es que me siento disgustada conmigo misma, tenía que haber sido más fuerte. No ofrecí resistencia, tan sólo hice como si aquello fuera normal, natural, como si lo hiciera habitualmente… Me siento arrepentida, sucia, he cometido un pecado, he roto el esquema de la filosofía sobre mi vida.
Tengo que decírselo, no puedo callármelo más, tal vez se enfade, tal vez me disculpe, tal vez no lo tenga en cuenta, tal vez…
 La llave no tiene doble vuelta, él está ya en casa, ahora o nunca.
-¡Hola! Ya estoy en casa.
-Estoy en la cocina, voy.
Lleva el delantal puesto, está preparando la cena. Nos hemos dado un beso  como siempre lo hacemos. No aguanto más esta tensión.
-Tengo algo que explicarte, sobre el otro día, el martes, cuando me quedé a comer con unos clientes.
-Me acuerdo, tenías que cerrar un contrato y te invitaron a comer, según me explicaste te quedaste en la misma empresa, donde tienen una cocina para los trabajadores.
-Así es, pero, no te lo he contado todo, hay cierta parte que la he omitido, adrede.
-¡Vaya! Esto se pone intrigante, continúa por favor.
-Comí paella.
-¿Paella? Jajá y por eso estás como si hubieras robado el cepillo de la iglesia.
-Pero es que somos vegetarianos y yo no fui sincera con los clientes, no se lo dije a ellos, comí, me porte como una hipócrita.
-Supongo que hicieron la paella como algo especial, y te vistes atrapada. Por un día no pasa nada, la situación fue comprometida.
-Entonces ¿No estás defraudado?
-No pasa nada, libérate ¿Qué haces?  Pero,…, estás dejando toda tu ropa por el pasillo, tengo la cena a medias.
-Tú mismo, me voy a la ducha…Tú sabrás que es lo que más te importa…Te espero…

sábado, 9 de febrero de 2013

Una de arena.

Acabo de salir de la consulta del médico de cabecera y me ha dado una noticia que todavía no he asimilado. Al día siguiente tengo que presentarme en el hospital.
Esta doctora estará de guardia en él, y podrá hospitalizarme, además sabe mi historial y lo que me pasa.
Tengo que explicárselo a mi pareja, a mis padres, y no sé cómo hacerlo. Siento un nudo en la garganta, las ganas de llorar se a crecenta, pero no puedo derrumbarme.
Sin darme cuenta he salido de la consulta y no soy consciente de lo que he caminado, me encuentro en un parque que está entre cerca del ambulatorio.
Tomo asiento en un banco, no me apetece ir a casa y sentirme sola, todavía falta casi todo el día para que llegue Andrés.
La doctora me ha diagnosticado una insuficiencia renal, es necesario que ingrese para poder realizarme análisis más concretos y específicos, después me medicarán y dependiendo de la respuesta de mis órganos podría incluso llegar a realizar diálisis. Las toxinas que no eliminan los riñones se acumulan en el torrente sanguíneo y pueden ser extremadamente peligrosas, hay que depurarlas, eso me ha dicho.
Siempre he tenido la tensión arterial alta, pero no le había dado la importancia que requería, este puede ser uno de los factores que ha desencadenado mi insuficiencia.
Hace tres años que vivimos juntos Andrés y yo, mis padres al principio no estaban muy de acuerdo, querían una boda, pero nosotros decidimos que nos casaríamos más  adelante, en nuestros planes también entraba tener hijos y lo habíamos aplazado hasta que nuestra situación económica fuera más estable, aunque visto los tiempos que corren me parece que va a ser difícil, yo en el paro y la economía sin mejorar.  Entre los bancos y los políticos cada día estamos más desamparados  y sin vislumbrar salidas adecuadas.
Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de la doctora, comer sin sal, nada de fritos, la verdura hervirla dos o tres veces, legumbres pocas, huevo uno a la semana, nada de grasas, nada de frutos secos, hay que hacer un esfuerzo, me dará una lista de los alimentos que puedo tomar, soy joven, hay esperanzas, con el tratamiento adecuado puedo llevar una vida más o menos normal, lo primero es estabilizarme, ser positiva, hay grupos de apoyo.
Tengo veintinueve años, había planificado mi vida y veo que no sirve para nada, cada año es distinto del anterior, tendré que adaptarme a este revés y pensar positivamente, sino mis padres y mi pareja se van a hundir. Mientras estoy pensando esto, me noto mis mejillas mojadas, al tocarme me doy cuenta de que estoy llorando, toda la presión que tenía dentro de mí está diluyéndose con las lágrimas, me noto que me cuesta respirar, dejo fluir las lágrimas y empiezo a recuperar la respiración.
Ahora que más o menos he encajado mi situación, he de pensar como lo notifico a mi familia.
Mi madre me ha dicho en innumerables ocasiones que como al mediodía estoy sola, que vaya a su casa a comer, donde comen dos comen tres, me dice. Voy ocasionalmente. Mi padre que está jubilado se junta con otros jubilados en el casal para mayores que hay cerca de su casa, y entre todos tienen la solución a cualquier cosa, saben cómo bajar el paro, que hacer con los banqueros que cometen fraude, con los políticos  y así con todo.
Yo me discuto con él, porque la mayoría de las veces, por no decir todas, no tiene razón.
Para él sólo hay un partido político que lo hace bien. Antes de las elecciones el candidato de este partido pasó por el casal y estuvo un día entero con ellos, jugó al dominó, tomó vinos, jugó a las cartas, y comió allí, desde entonces todos los del casal tienen una fidelidad extrema con ese partido, además les regaló bolígrafos y llaveros, con lo cual su objetividad se ha desvanecido por completo.
Me irrita mucho con sus palabras o con sus acciones, si estamos comiendo la televisión tiene que estar a un volumen elevado y sólo pone deportes o noticias. A mí los deportes no me interesan lo más mínimo y en cuanto a las noticias, me parece bien estar informado, pero cómo comenta los hechos nos ponemos a discutir, y la comida se hace muy larga y estoy deseando que termine para poder irme.
En cuanto a la boda, me ha repetido muchas veces que él paga la parte del convite que afecté a su familia, sólo paga el gasto de sus invitados, de los demás que nos apañemos nosotros. Me saca de quicio, siempre parece que sea egoísta. Creo que esta es una de las razones que me ha impulsado a no realizar la boda, además está terco con dónde hemos de celebrar la comida, me desespera su actitud, me gustaría que fuera de otra manera, pero no es así.
Es casi la hora de comer, voy a casa de mis padres, no está relativamente lejos de dónde vivo, siempre pensé que me podrían ayudarme cuando tuviera un hijo, llevarlo y recogerlo del colegio, llevarlo a algún parque con columpios, quedárselo alguna noche que yo saliera con mi marido, cosas así.
Me tiemblan un poco las piernas y tengo mucha sed, pero he recordarme que no puedo dar muestras de flaqueza, mi madre abre la puerta:
-Hola hija, pasa, estoy haciendo la comida, ¿te quedas?
-Si mama, me quedo, ¿qué tienes?
-Pollo a la plancha y ensalada de tomate, menos mal que he comprado bastante pollo, sino no te podía hacer. ¿Ya mandas tu currículum? Cuando escucho las noticias y veo la cantidad de personas en paro me da frío. Menos mal que estamos todos bien. Enseguida estará la comida, pon la mesa que tu padre está al caer.
Al momento llegó mi padre, corriendo se fue al lavabo, antes me miró y me dijo ‘hola hija’. Sigo sin entender cómo es que estando jubilado y sin prisas para las cosas, siga yendo cómo si llegase tarde a cualquier sitio, le pasa a él y a otros jubilados que me encuentro en las tiendas, o en el ambulatorio.
La comida transcurrió rápida, mi padre comía viendo las noticias y haciendo comentarios. Cómo yo permanecí callada, no hubo discusión alguna, me dediqué a saborear la comida y  esperar que acabáramos de comer para explicarles mi situación.
Al acabar ayudé a recoger la mesa, mi madre me preguntó si quería un café, le dije que no, es otra cosa que no podré tomar sino es descafeinado, ya que sube la tensión.
Tomé aire y los miré fijamente:
-Tengo que deciros una cosa, al parecer estoy enferma.
-Eso ya se lo decía a tu madre, vienes poco a casa, no comes lo suficiente y siempre estás mirando de no perder la línea.
-No es eso papá, no tiene nada que ver, al contrario a partir de ahora tendré que ser más cuidadosa con las comidas.
-Seguro que lo que tienes, está en tu cabeza, tienes mucho tiempo libre y le das muchas vueltas a todo.
-Antonio deja que ella lo explique.
-Al parecer mis riñones no funcionan adecuadamente, mañana he de ir al hospital, me harán pruebas y verán que medicamentos puedo tomar y cómo atacar esta insuficiencia. Seguramente me dejarán ingresada hasta que mi cuerpo esté estabilizado.
Mi padre rompió a llorar, no me lo esperaba y yo también lloré, mi madre se unió a nosotros.
-Por favor, no lloréis, no me ayuda, me pone más triste de lo que estoy, necesito que seáis fuertes. No es una enfermedad terminal, pero es una enfermedad que hace que tu vida vaya a otro ritmo, eso me ha dicho la doctora, tendré que acostumbrarme y vosotros también, el cansancio que sentía últimamente es en parte debido a esto, por eso fui al médico, no era normal que me encontrase tan cansada, que tuviera calambres en las piernas muchas veces, incluso durmiendo y además se me hinchaban las piernas, también tenía a veces muy mal sabor de boca. Ahora ya sabemos que es lo que me pasa, con lo que podrán ayudarme a mejorar.
-Carmen, hija mía, no puedo dejar de llorar y lamentarme- dijo mi madre.
-Te acompañaremos mañana al hospital, supongo que Andrés también irá.
Mi padre no había dicho nada, tan solo apagó la televisión y me miraba, le costaría un tiempo el asimilar que yo estuviese enferma, no obstante me habló:
-Cómo estoy jubilado y tengo tiempo, iré cada día a verte, sólo te dejaré para ir a comer, algún que otro día vendré a casa y otros comeré en el hospital, aunque ya sabes que soy un poco aprensivo y comeré los menos posibles en el restaurante del hospital, pero lo importante eres tú, si me tengo que quedar me quedaré.
La cabeza me dolía, pero como la doctora no me había dicho que me tenía que tomar en estos casos, no tomé nada. Decidí irme a mi casa y echarme un rato, de esta manera intentaría que se me pasase.
Cuando me despedí de mis padres, sentí congoja, me abrazaron con ternura y quedamos que pasaría a recogerlos  al día siguiente.
Al llegar a casa me dormí. Me despertó Andrés.
-Hola, te he llamado varias veces al móvil, ¿Cómo estás?, me tienes preocupado, menos mal que te encuentro aquí en casa y durmiendo, quería saber que te había dicho el médico.
-He ido al médico, y me ha dicho que estoy enferma, al parecer mis riñones no trabajan todo lo que tenían que trabajar, de ahí me venía el hinchazón de las piernas, los calambres y el agotamiento que me acompañaba. Mañana tengo que ingresar en el hospital.
-Voy a llamar al jefe, mañana necesito fiesta, le diré que lo descuente de las vacaciones pendientes, no vas a ir sola, ¿se lo has dicho a tus padres?
-Sí y también vendrán, tendremos que recogerlos. Espero que te portes bien y no discutas con ellos, es una buena ocasión para que estemos todos más o menos unidos contra el mismo enemigo.
-Te lo prometo. Te quiero y no estarás sola en esto.
-Yo también te quiero y me alegro de no estar sola.
Me gustó el abrazo que nos dimos, me secó las lágrimas y me besó suavemente en los labios.
Aquella noche cenamos unas tostadas con jamón, iba a añadir queso, pero me acordé de que la doctora me había dicho que no tomase mucho.
No dormí mucho, menos mal que mi cuerpo descansó, porque mi cabeza no me dejó de martillear, pero era soportable en parte.
Me alegré de tener personas cercanas que me quisieran y se preocupasen por mí.
Al día siguiente empezaba una nueva etapa en mi vida, me acordé del dicho “Dios aprieta pero no ahoga” y desee con todas mis fuerzas que fuera cierto.
Al parecer me había dicho la doctora que era una enfermedad que tenían muchas personas y con diálisis y sin ella siguen con sus vidas, viajan, trabajan, tienen familia y son felices.
Cómo siempre he sido testaruda, me aprovecharé de esta “virtud” y la emplearé en pelear por restablecer mi salud, quiero a Andrés y a mi familia, he de tener un futuro y para ello he de sobreponerme en este presente.
He dormido poco, entre las vueltas que le he dado a todo y lo qué dormí el día anterior por la tarde no he pegado ojo. Ha llovido toda la noche, el ruido de la lluvia, constante y elevado en ocasiones me ha acompañado.
Cuando suene le despertador, preparé la bolsa con lo imprescindible para el hospital, desayunaremos e iremos a buscar a mis padres y luego al hospital. Espero ser fuerte.

El móvil.

-¡Vaya! Un móvil nuevo, y es un iphone. No decías que era caro y que tu marido no estaba conforme.
-Pues ahora ya lo tengo
-¿Cómo es que ha cambiado de parecer?
-Es lo que pasa cuando echas un buen polvo.
-¡Que bruta eres!
-Cuando terminamos le dije ‘Tengo que cambiar el móvil’, y me respondió ‘¡Cariño! Cógete el que más te guste’.
-Ja, ja, pues al parecer veo que lo hicisteis bien.
-¿Bien? Lo bordé, está que todavía ni se lo cree, de vez en cuando le enseño el móvil y le digo entre risas: Mira, lo que pasó no lo has soñado, esto es el resultado.
-Y él qué te dice.
-Pues qué va a decir, que cuando repetimos que se le está olvidando.
Las dos mujeres rieron al unísono.
-Por cierto, cambiando de tema, has llamado al transportista para saber cuándo entregará el pedido de Vilanova i la Geltrú.
-¡Tranquila!, aún faltan dieciséis minutos para que volvamos al despacho, déjame que saboree este café, luego me lo recuerdas.
Cerró los ojos y se deleitó escuchando una balada, cuyas notas deambulaban por la terraza de la cafetería y pensó, cómo es que cambia así de tema, con esa ligereza, debe ser porque es soltera, sino no se entiende.

El encuentro inesperado.

El metro a estas horas es bastante cómodo, sábado, 16 horas, puedo elegir el asiento, bien; espero encontrar una chaqueta, una falda y si no volveré otro día, mi finalidad principal es salir a dar una vuelta por el centro; mi hijo está este fin de semana con su padre, nos separamos hace dos años y necesito romper la rutina, distraerme.
A mis treinta y cuatro años tengo un físico bastante atractivo, procuro cuidar mi dieta y eso me lleva a estar delgada, mido más de metro sesenta y soy amena, pero sin embargo los únicos hombres que atraigo son casados y algún soltero ‘pendón’, que sólo buscan lo que buscan, claro que a mí hay veces eso es lo que yo también quiero, pasar un buen fin de semana y nada de compromiso.
Bueno ya estoy en la Plaza Catalunya, comenzaré bajando por la calle del Portal de l’Ángel, hay unas cuantas tiendas de ropa, interesantes, buenos precios y moda urbana, que es lo que necesito.
Esta joyería siempre tiene muchas personas viendo el escaparate, la verdad es que tiene precios asequibles, pero ha aumentado tanto el oro en los últimos tiempos, que no estoy segura de que los precios sean ajustados.
He oído mi nombre detrás de mí, otra vez, alguien me llama, me giraré a ver si en verdad me llaman.
-¡Hola Luisa!
-¡Hola Jaime! –Respondo con cierta alegría- ¿Qué haces por aquí?
-Básicamente dar un paseo. ¿Y tú?
-Ver ropa y pasear.
-Te veo muy bien, es más te diría que el tiempo en tu caso se ha parado e incluso va hacia atrás.
-Tan adulador como siempre.
-No nos vemos desde hace un año más o menos.
-Un poco más me parece –no quiero concretar con exactitud que hace 16 meses, no deseo dar la impresión de calculadora.
-La empresa cambió de sede, me parece recordar que te lo comenté.
-Sí, de pasada, me hablaste del cambio, pero no precisaste la fecha.
-Sigues comiendo los jueves en el mismo sitio.
-Sí, hay cosas que procuro no cambiar –me callo lo referente a que voy todos los jueves con la esperanza de encontrarlo a él allí, ya que fue el sitio dónde lo conocí.
-Si no te importa me gustaría acompañarte esta tarde, charlar contigo, ir de tiendas,…
-Por supuesto, vamos.
Se pone a andar a mi lado y me siento algo nerviosa, intento pensar que temas puedo tocar para iniciar una conversación y mi mente me juega una mala pasada, las ideas se me amontonan atropelladamente, además se me entrecortan con los recuerdos; aquellas tardes locas en su apartamento, sus fuertes brazos, el vello de su pecho, su culito respingón, su metro ochenta, fueron unas tardes maravillosas, necesitaba ser amada y él me proporcionó su calor, sus besos, sus abrazos, pero al poco desapareció; él sabía dónde trabajaba, sabía dónde como los jueves y no apareció, yo no queriendo parecer desesperada no lo llamé, tampoco quise ir a visitarlo a su apartamento, di por sentado que fueron unas fugaces escapadas sin más compromiso.
-¿Qué tal el trabajo? –logré articular.
-Bien, no nos podemos quejar, seguimos sin aumentar ventas pero tampoco decrecemos, que en estos tiempos es toda una hazaña.
-Ni que lo digas, mantenerse parece que sea la consigna de todos los negocios.
Nos paramos en un escaparate dónde veo unas chaquetas algo llamativas para mí, pero no sé, puede que me queden bien, tal vez tendría que entrar, probármela y verme en un espejo, oh!, esto no lo esperaba, me ha cogido por la cintura, ahora sí que estoy alterada, tengo como corriente por todo el cuerpo, parezco una colegiala, menos mal que cuando nos hemos encontrado he permanecido con cierta solemnidad, aunque un poco fría, podíamos habernos dado un beso, un abrazo, no, creo que he estado correcta.
Me zafo de su brazo al dar un paso lateral y le cojo de la mano.
-Ven, voy a probarme esa chaqueta –mansamente se deja llevar hacia el interior de la tienda, su mano es cálida, suave; tal vez este sábado resulte muy ameno, más de lo que esperaba; cuando salgamos de la tienda le diré de tomar algo, después puede que hagamos algo más, …

Pensamientos caminando.

Tenía que haber cogido el coche, el día no es nada grato…este aire…totalmente desapacible; claro que luego busca dónde aparcar cerca del supermercado, ahora ya está, veinte minutos caminando hasta la tienda y otros veinte minutos de vuelta; seguro que habrá bastante gente, las colas en las cajas de los sábados son lentas; pero para mañana que teníamos previsto hacer estofado de pollo va y se le olvida comprar ayer el ingrediente principal, o sea ‘pollo’; y ya de paso me ha encargado comprar pañuelos de papel, levadura y frutos secos; bueno por lo menos el peso no es excesivo, menos mal que no se olvidó comprar patatas; tenía que haber cogido la siguiente calle, he acortado por aquí, por el parque, y no hay ninguna edificación que para el aire, a la vuelta cambiaré la ruta; esto del aire no me sorprende, hace dos días cuando amanecía el cielo había adquirido unas tonalidades asalmonadas, luego pasó a un rojizo rosado; ya se sabe el dicho “Cel rogent, o pluja o vent”; me he dejado la bufanda, una lástima, me hubiera ido bien para taponar el aire que se me cuela por el cuello de la chaqueta; otro día si es igual a éste, sin dudarlo, no bajaré caminando.

La excursión.

Soledad, silencio.
Así pensaba pasar el día.
Estaba subido en una de las innumerables composiciones rocosas del desierto de Arizona, desde aquella atalaya tenía un encuadre perfecto, delante de mí, una montaña tenía una ventana natural entre las piedras, de forma triangular, dejaba ver parte del desierto y a lo lejos se divisaba las crestas de otras elevaciones.
Me disponía a realizar la fotografía, cuando vi a una mujer por el objetivo de mi cámara.
La muy insolente me iba a romper la estética del momento, ni si quiera me había visto, me daba la espalda, gritaba, saltaba y hacia aspavientos al desierto.
No me lo podía creer.
Sin embargo no dudé en tomar la instantánea, la energía que desprendía esa mujer en sus acciones me atraía.
Decidí bajar al instante e intentar conocerla.
Aquello debía ser lo mejor que le había pasado a aquellas inmóviles piedras en mucho tiempo, bueno, y a mí.

Saludo.

¡Hola! En este blog publico narraciones, cortas, algunas no tanto, ...
Si las circunstancias lo permiten muchas personas tienen hobbys, y dedican parte de su tiempo a esas preferencias, en mi caso he tomado afición a escribir, me interesa en especial las relaciones humanas, por lo que intento imaginar casos, conductas, conversaciones que den interés a los relatos.
Espero ir mejorando en las historias, en la medida que vaya escribiendo más.
De todas maneras y al margen de este saludo os agradezco la visita que habeís realizado en este blog.